Maria Mandel: La bestia de Auschwitz (1912-1948).

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Maria Mandel nació el 10 de enero de 1912 en la ciudad austriaca de Münzkirchen en el seno de una familia de artesanos. Su padre, Franz Mandel, era zapatero. Maria, la pequeña de cuatro hermanas, tuvo una infancia feliz y recibió una buena educación. Cuando terminó sus estudios en su ciudad natal, Maria se fue a estudiar en el Colegio de Bürgerschule. Una entonces joven María Mandel comenzó entonces a trabajar como cocinera en Suiza, pero parece que no logró encontrar su lugar en el mundo y abandonó muchos trabajos a lo largo de varios años volviendo en ocasiones a su hogar, particularmente cuando su madre, Anna, enfermó de gravedad.

No fue hasta 1938 que Mandel consiguió encontrar algo que realmente le gustase. En 1938 comenzó una carrera de guarda de prisión en Lichtenburg (Sajonia) junto a otras 50 mujeres, y en 1939 fue transferida al campo de Ravensbrück cerca de Berlín. Su trabajo allí pronto impresionó a sus superiores y pronto comenzaría su maratónico ascenso y su posterior traslado a Auschwitz en 1942.

Maria había encontrado sin duda alguna aquello que le "gratificaba". Sus superiores pronto quedaron asombrados por la capacidad de ejecutar sus funciones con gran eficacia. El resultado fue su ascenso a supervisora (Oberaufseherin) en un tiempo relativamente corto. Los "méritos" de Maria Mandel no fueron otros que ensañarse con las presas con la mayor de las violencias sin mostrar sentimiento alguno de arrepentimiento. No sólo se dedicaba a maltratar a sus "mascotas", como ella las llamaba, con golpes y palizas, sino que las martirizaba con normas tan crueles como obligarlas a ir descalzas por el campo y desfilar de esta guisa durante horas.

después de entrar en Rabensbrück, en octubre de 1942, fue trasladada a Auschwitz donde entró con el mismo rango, el de Oberaufseherin donde recibió el encargo de crear un campo para las mujeres, el de Birkenau del que fue la líder (Lagerführerin).



SUS MÉTODOS:

María Mandel era tan atractiva físicamente como cruel en sus formas. Paseaba por el campo de concentración acompañada de su látigo, vestía falda conjuntada con botas con punta de acero y unos guantes blancos que solían acabar la jornada teñidos de rojo.
Su primer destino fue el campo de Rävensbruck, allí fue donde labró su reputación a golpe de látigo. En su búnker, se divertía torturando y fustigando a aquellas presas que habían robado, que habían hablado más de la cuenta o que, simplemente, habían osado mirarla.
Su crueldad no hizo más que crecer cuando fue destinada a Auschwitz. Allí se convirtió en la directora del campo de mujeres y la responsable de dictaminar a quién enviaba al barracón y a quién a la cámara de gas. Tal fue su crueldad que, cuando la guerra llegó a su fin, se cree que las víctimas de Mandel podrían haber llegado al medio millón de personas, casi todas mujeres y niños.



Mantenía a sus víctimas como mascotas: que disfrutaba de su sufrimiento y las obligaba a realizar todo tipo de actos hasta que sencillamente se cansaba de ellos… y los enviaba a las cámaras de gas. Porque esta fue la principal causa del terror que suscitaba Mandel: era ella quien se encargaba de decidir quiénes irían a las cámaras de gas y quiénes no. Era la dueña de la vida y la muerte en Auschwitz, y fue por ello que pasó a la posteridad.
Pero el 10 de agosto de aquel mismo año fue detenida por norteamericanos que la mantuvieron encerrada durante un año. En octubre de 1946 fue extraditada a Polonia y en noviembre de 1947 fue juzgada en Cracovia en los primeros juicios de Auschwitz. 

Maria Mandel fue condenada a la horca. Su ejecución se hizo efectiva el 24 de enero de 1948. María murió habiendo dejado tras de sí una ingente montaña de muertes inocentes. Aunque ella nunca dejó clara su participación en la selección a las cámaras de gas y aseguró que si había golpeado a alguien lo había hecho de manera justa y sin ensañarse con nadie. Los testimonios de la pesadilla que se encargó de construir decían todo lo contrario.

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