La Perra de Belsen: Las oscuras atrocidades cometidas por Irma Grese.
Irma Ilse Ida
Grese vino al mundo en 1923 en Wrechen, cerca de Neubrandenburg (Alemania),
siendo la tercera de los cinco hijos del matrimonio formado por Alfred Anton
Albert Grese y Berta Wilhelmmine Winter.
Irma Grese fue una
guardiana nazi de la segunda guerra mundial la cual es conocida por sus
atrocidades cometidas en el campo de concentración de Ravensbruck, la cual fue
un campo de concentración exclusivamente para mujeres.
Durante su periodo de guardiana ella fue apodada por los
prisioneros como la bella bestia del ejercito aleman debido a su apariencia la
cual se describe como una mujer de extrema crueldad pero de buenos dotes debido a que ella era una
mujer rubia, estatura promedio y de ojos claros, en fin con una gran belleza
a la que le gustaba atormentar a sus victimas llegando a sentir inclusiva un
placer intenso.
“Ha sido descrita como la peor mujer de todo el campo. No
habÃa crueldad que no tuviese relación con ella. Participaba regularmente en
las selecciones para la cámara de gas, torturando a discreción. En Belsen
continuó con el mismo comportamiento, igualmente público. Su especialidad era
lanzar perros contra seres humanos indefensos”.
"Extracto del juicio de Belsen"
Los crÃmenes de Grese al servicio de los nazis comenzaron
con el entrenamiento, las sesiones de golpes a las internas. Al parecer, a
través de esta práctica, Grese descubrió que sentÃa algún tipo de placer
sádico mientras presenciaba el dolor de los demás, especialmente cuando
ella era la que lo causaba. Al poco tiempo de llegar al campo fue promovida a
los más alto del escalafón de guardias, puesto en el que se ganó su reputación
de torturadora nazi.
Además, muchos testimonios coinciden en que no usaba
solamente el látigo contra los prisioneros, sino que llegaba a los puñetazos y
las patadas. También se rumoreó que tenÃa un enorme apetito sexual sádico, que
satisfacÃa con prisioneros de ambos sexos sin contar con su voluntad, y que la
llevaron a acercarse al famoso doctor Josef Mengele, con el que
estaba muy unida.
Otros testimonios de diversas chicas afirmaban lo siguiente
de ella mientras eran custodiadas por la sadica guardiana nazi:
“Grese gustaba de azotar con su fusta en los senos a jóvenes
bien dotadas, con el objeto de que las heridas se infectaran. Cuando esto
ocurrÃa, yo tenÃa que ordenar la amputación del pecho, que se realizaba sin
anestesia. Entonces ella se excitaba sexualmente con el sufrimiento de la
mujer”.
A pesar de que la caÃda del Tercer Reich estaba
cada vez más cerca y muchos de los guardias de las SS eran conscientes de ello,
Irma Grese no hizo nada para prepararse con vista a las consecuencias que sus
acciones en los campos de concentración le iban a acarrear.
Continuó comportándose de una manera cruel y
perversa hacia las prisioneras de los campos, y una vez detenida ella misma
reconoció que "nunca trató de ganarse el favor de los internos, incluso
cuando sabÃa que Alemania iba a perder la guerra".
Cuando el 15 de abril de 1945 los británicos liberan
el campo de Bergen-Belsen, encuentran al personal alemán esperándolos
perfectamente uniformados. Entre ellos estaba Irma, sus botas de montar, su
peinado impecable y su gesto de superioridad. Durante el posterior juicio
muestra una actitud distante y altanera, parece que se aburre al escuchar los
escalofriantes testimonios de sus vÃctimas. Su inhumana frialdad se muestra una
vez más en su cita ante la horca. Sus últimas palabras, dirigidas a su verdugo, fueron “Schnell!”
(¡Rápido!). La mujer a la que se le calcula un promedio de 30 crÃmenes diarios
durante años vivió con aparente indiferencia su propia muerte.
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