Alice Herz, la judía que se gano la admiración de los nazis durante el Holocausto.
Alice Herz, era una mujer judía prisionera y victima del
holocausto de la cual se salvo de ser exterminada en las cámaras de gas debido
a su gran talento de tocar el piano por lo cual se gano la admiración de los
nazis de forma oculta asi como tambien el respeto por parte de
los nazis a ya que presentar cualquier tipo de admiracion o respeto hacia un judio era motivo de castigo por parte de las autoridades
alemanas de ese entonces.
Alice Herz-Sommer
nació en Checoslovaquia en 1903. Procedente de una familia acomodada, su
talentosa madre le inculcó el amor por el arte y la música. En su casa ya se
respiraba el talento. Franz Kafka, amigo de la familia, fue una de las muchas
personalidades con quien Alice compartió charla y cena a la vez, Todos
reconocieron el talento de Alice en cuanto la escucharon tocar, pero nunca
pensaría que este talento innato, sería el instrumento que la salvaría de lo que la vida le tenía
preparado.
En 1939 comenzó el verdadero calvario para esta mujer a la
que la suerte le dio la espalda. Fue el año en que Hitler invadió
Checoslovaquia y expulsó de allí a los judíos cuando su talento empezó a
ayudarla. Un soldado nazi, vecino del mismo edificio en que vivían la pianista
y su familia, consiguió retrasar al máximo el envío de la artista a un campo de
concentración al quedar maravillado con su exquisita música. Lo que no pudo
evitar, no en vano, fue que la ya anciana madre de Alice sí se viera obligada a
abandonar Checoslovaquia y corriera una trágica suerte.
El momento del horror llegó verdaderamente en 1943, cuando
Alice, su marido y su hijo Raphael fueron enviados al campo de concentración de
Theresienstadt (Terencin), donde la artista perdió todo con lo que había
crecido. "Nos quedamos sin nada", relata la artista. Durante su marcha,
numerosos vecinos y amigos no judíos de la pianista acudieron a su domicilio,
no para despedirse, ni para darle suerte, sino para hacerse con todas sus
pertenencias debido a su repentina marcha. "Mis amigos que no eran judíos ya ni
me miraban". En Theresiendstad el régimen reunió a numerosos artistas: músicos,
actores, escritores..."todo era propaganda, nos querían mostrar al mundo mientras
asesinaban a nuestros amigos". Sin embargo, cuando celebraba sus conciertos dio al menos cien en el campo de concentración la pianista notaba la
presencia de soldados del régimen que, en secreto, eran fervientes admiradores
de su música.
Según relatos afirmaban lo siguiente:
Según pasaban los meses, varios de esos jóvenes fueron
haciéndose famliares. Alice incluso vio aplaudir a uno hasta que un compañero
le dio un toque, para recordarle que la apreciación de cualquier persona o cosa
judía estaba prohibida. Una noche, cuando salía de las barracas de Magdeburgo
para ir a sus dependencias, un joven oficial se acercó a ella. "Por
favor, quiero darle las gracias. Toca el piano estupendamente. Poco después,
otro soldado alemán interrumpiría su camino para asegurarle que ni ella ni su
hijo entrarían en ninguna lista de deportación.
La pesadilla de
Theresiendstad terminaba el 9 de mayo de 1945. "Cuando volví a casa nadie
regresó, ni mi familia, ni mis amigos. Ahí fue cuando me percaté de lo que
había hecho Hitler". "Tocaba Chopin mientras ellos enviaban a mi familia a la
muerte", relató hace poco la superviviente a un rotativo británico. Tras la
guerra, Alice y su hijo se mudaron a Israel, donde Raphael se convirtió en un
afamado violonchelista.
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