Ser impotente en la antigua francia era una pesadilla

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La historia de la justicia a traves de los tiempos ha sido un desastre pues ha estado llena de injusticias, como los juicios a socrates o la santa inquisicion por nombrar algunos y estos ultimos los responsables de miles de condenas y muertes injustas.

Cuando lei por primera vez acerca de este tema fue algo que me sorprendio bastante y entonces pense en compartirlo con ustedes.

Segun se cuenta entre los siglos XVI y XVII. el historiador frances Pierre Darmon narra que fueron bastante comunes los juicios por impotencia sexual masculina llevados a cabo por mujeres que trataban de anular sus matrimonios bajo esta excusa.



Dado que esta acusacion recaia sobre el esposo, pues este debia demostrar ante un grupo de respetables personas que podia manteenr una ereccion y eyacualar. El grupo, estaba compuesto de abogados y jueces, que a su vez estaba constituido por una partera, un sacerdote que no podia faltar y cuanto menos un cirujano.

Como recomendacion si quieres tener una vision mas profunda acerca de este tema es que leas el libro Condenado al inocente: una historia de la persecucion del impotente en la Francia prerrevolucionaria, ahora bien retomando la version breve del tema, estas acuasaciones se realizaban como era de esperarlo ante un tribunal eclesiastico, y se consideraba que tenia sentido porque para ellos la iglesia era la encargada de esta funcion esencial al igual que la del matrimonio ya que ambas conllevaban a la procreacion y que una mujer no pudiera procrear era motivo de anulacion, y se aplicaba la misma regla en el caso de la impotencia masculina.





Poder hacer estos juicios ante los tribunales y costear los abogados no era algo tan barato de costear asi que como era de esperarse este tipo de juicios solo estaba accesible a las familias mas adineradas o de estatus social alto.



Si el acusado no lograra demostrar su potencia sexual en una primera exposicion a los expertos, algo que debia ser sumamente intimidane, podia solicitar el juicio por congreso, que consistia en llevar a cabo el acto sexual con los expertos como testigos.


En esta inusual sesion la pareja se acostaba en u lecho y podia cubrirse con una sabana; el sacerdote y el cirujano se mantenian a cierta distancia, pero la partera se colocaba junto al lecho, para evitar cualquier truco por parte del marido, Se les daba un plazo de dos horas, y al concluir, las sabanas eran sometidas a examen.

Uno de los casos más famosos de juicio por congreso, narrado por Darmon, tuvo por protagonista al marqués de Langley, René de Cordouan, acusado por su esposa de ser impotente en 1657. El marqués, que era un joven apuesto y admirado por las mujeres, pudo haber resuelto la demanda conyugal en una primera instancia, pero se dice que su arrogancia y exceso de confianza lo perdieron al exigir el juicio por congreso. El día del juicio una multitud se reunió a esperar el resultado y, aunque inicialmente estaban a favor del marqués, terminaron apoyando a la esposa cuando éste fracasó estruendosamente.

El nombre del marqués se convirtió en sinónimo de impotencia, y su desprestigio fue de tal magnitud que abandonó la vida cortesana y se retiró a sus tierras, lejos de París. Volvió a casarse y tuvo siete hijos, pero ni siquiera eso sirvió para que recuperase su honor entre los habitantes del país de la revolución.



Una posible moraleja de esta historia sería que no hay que tentar la justicia, pues no siempre acabará de nuestro lado; otra, que no puedes apostar todo tu honor a un solo miembro, y seguramente a ti se te podrían ocurrir varias más.





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