16 Cosas muy raras que la gente creía antes
1. La leche materna es sangre coagulada de la
menstruación.
Esta extraña creencia se originó en la antigua Grecia y se
prolongó hasta la época medieval, a pesar de que la leche y la sangre no se
parecen mucho. Aristóteles, el filósofo griego, afirmaba que la leche materna
era sangre que "se había calentado, coagulado y blanqueado con aire
caliente". ¿Qué aire caliente? Que somos mujeres, no globos aerostáticos.
2. Que se podían curar enfermedades con un enema de
tabaco.
Esta extraña costumbre le otorga un significado nuevo a la
expresión "soplarte aire por el ojete". En el siglo XVIII se usaban
enemas con humo de tabaco para tratar muchas dolencias, incluyendo ldolores de
cabeza, de estómago e incluso la muerte. (Muy largo, no me lo he leído). Si
estabas enfermo o inconsciente en esa época, es probable que lo primero que se
le ocurriera a tu médico fuera coger un tubo y un mechero y empezar a llenarte
el culito de humo.
3.
Que los espíritus malignos se ocultan en las
coles de Bruselas.
En la Bretaña medieval se creía que entre las hojas de las
coles pequeñas y grandes se ocultaban minúsculos demonios malignos. Si te
tragabas sin querer una de estas máquinas de provocar flatulencia podías
enfermar, así que se marcaba una cruz con un corte en la base de estas verduras
antes de cocinarlas, algo que aún hoy se sigue haciendo, curiosamente. Tened
cuidado, duendes de la especie Brassica.
4.
Que algunos bebés eran niños cambiados por
hadas.
La gente en el medievo también creía que a veces las hadas
secuestraban bebés y dejaban otros "falsos" en su lugar. Una de las
formas de saber si tu bebé era uno de estos bebés cambiados era llamar su
atención y a continuación meter un zapato en un cuenco de sopa. Si se reía,
significaba que había entendido la broma, así que era un hada...porque los
bebés nunca se ríen de las cosas que pasan sin motivo.
5.
Que viajar en tren podía provocar locura instantánea.
Los viajes en tren se popularizaron mucho entre 1850 y 1860,
aunque al mismo tiempo generaban una gran desconfianza debido a las "altas
velocidades" que presentaban. Se creía que el traqueteo y movimiento de
los trenes "dañaban al cerebro", volviendo loca a la gente y
destrozando los nervios de los maquinistas, haciendo que se tiraran del tren en
un ataque de locura. Hmm...bueno, a lo mejor es que solo odiaban su trabajo.
6.
Las brujas robaban penes y se los quedaban como
mascotas.
En la famosa guía Malleus Maleficarum del siglo XV para
cazar brujas se describía la habilidad de las brujas para hacer desaparecer los
penes de los hombres. Las brujas guardaban después esos penes cortados en nidos
y les daban de comer copos de avena, como si fueran caballitos venosos.
7.
Que se podía curar la depresión y la ansiedad
clavándole a alguien un pica hielos en la cuenca de los ojos.
Esta repugnante cirugía la inventó en 1946 el Dr. Walter
Freeman, que creía que la mejor cura para la enfermedad mental era coger un pica
hielos, clavárselo al paciente en la cuenca de los ojos y removerlo de un lado
a otro para separar las "zonas emocionales" del resto del cerebro.
Este brutal procedimiento parecía funcionar algunas veces, aunque por lo
general provocaba hemorragias cerebrales, parálisis y discapacidad permanente.
8.
Que habíamos perdido un continente completo
llamado Mu.
A finales del siglo XIX, un arqueólogo entusiasta pero
completamente equivocado, llamado Augustus Le Plongeon, escribió un tratado
afirmando que en realidad la civilización maya había tenido su origen en un
continente perdido llamado Mu. Afirmaba también que el antiguo Egipto había
sido fundado por un refugiado de Mu basándose en... bueno, ninguna prueba.
¿Quién necesita pruebas, no?
9.
Que beber la sangre de un gladiador curaba la
epilepsia.
Muchos antiguos escritores romanos decían que estaba probado
que beber la sangre de un gladiador muerto (o comerse su hígado) curaba la
epilepsia. Plinio, en su Historia natural, escribió que: "los epilépticos
incluso se beben la sangre de los gladiadores de copas vivas, por así
decirlo". Los que sufren epilepsia creen que esta es la cura más eficaz
contra su enfermedad: absorber la sangre caliente de una persona cuando todavía
respira". ¡Por la sangre de Cristo!
10.
Que las mujeres podían matar enjambres de abejas
cuando tenían la menstruación.
Plinio afirmaba también que las mujeres, cuando tenían la
menstruación, eran fuerzas peligrosas a las que había que respetar, y tenían la
capacidad de maldecir a las plantas, apagar el "brillo de los
espejos", volver locos a los perros y matar enjambres de abejas, además de
oxidar el hierro y despuntar cuchillas de acero. Ah, y también podían ahuyentar
a las tormentas. Pues vale, por qué no.
11.
Que los espermatozoides eran hombrecitos
diminutos.
El preformacionismo era otra de las teorías de Aristóteles.
Afirmaba que dentro de cada espermatozoide humano se escondía una persona
diminuta, y que dentro de esa persona diminuta había más espermatozoides con
forma humana (vamos, que espermatozoide = muñecas rusas). No solo eso, sino que
también creía que solo hacía falta este esperma embrionario para crear vida: la
mujer era solamente el horno, y el bebé que nacía tenía las características del
hombre al 100%. Aristóteles, campeón.
12.
Que los pelirrojos se convertían en vampiros
después de muertos.
Y tampoco eran solamente los pelirrojos. En la Europa del
siglo XI se creía que cualquier niño que naciera "diferente" (es
decir, pelirrojo, con ojos de un color raro o con labio leporino) corría el
riesgo de convertirse en vampiro después de muerto. En Polonia, los niños que
nacían con mesenterio (una membrana que cubre el rostro de los recién nacidos
en el parto) estaban sin ninguna duda destinados a convertirse en vampiros.
13.
Que California era una isla.
Durante demasiado tiempo los colonos y los exploradores
estuvieron convenidos de que California era una isla. La idea se empezó a
formar en el siglo XVI, aunque al ir avanzando las exploraciones se pudo pronto
demostrar que era una península y no una isla. Pero parece que nadie le dio
esta información a los cartógrafos, así que se siguió representándo como una
isla hasta más o menos el siglo XIX.
14.
Que los ojos emiten rayos de luz invisible.
El antiguo filósofo griego Platón creía que
podemos ver gracias a que nuestros ojos generan unos rayos invisibles que nos
transmiten información sobre los objetos que tocan. Se creía que cuando dos
personas se miran una a otra, los rayos de sus ojos se
"entrelazaban". Una idea hermosa pero un poco rara.
15.
Que la ginebra curaba la gota y la indigestión.
El uso que tenía la ginebra en su origen era medicinal: se
creía que curaba la gota y la indigestión. Y la verdad es que era justo al
contrario. En el siglo XVIII la ginebra tenía una graduación del 80% más o
menos, se diluía con aguarrás y ácido sulfúrico y se aderezaba con enormes
cantidades de alcohol para disimular el sabor. En una palabra, era un zumo que
pudría las entrañas. Puaj.
16.
Y que había un toro que tenía los excrementos
ácidos.
Se llamaba "bonnacon" y los pintores medievales lo
representaban como un toro con los cuernos curvados hacia dentro. Como los
cuernos no le servían para nada, se decía que se defendía de sus atacantes
lanzando grandes cantidades de ardientes heces ácidas, calcinando así a
cualquiera que se le pusiera detrás. Un poco como un papá que ha comido
demasiado vindaloo indio.
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